Querida Lourdes:
Han pasado ya más de cinco años desde nuestro último
encuentro. No creas que hay un motivo especial por el cual escribo esta carta.
O al menos ninguno que tenga que ver contigo. Lo más probable es que no llegues
a leer esto nunca.
¿Recuerdas aquél día que pasamos juntos? Fue en el verano de
2008 (no recuerdo el mes). Ya no guardo apenas detalles, pero el paso del
tiempo ha hecho que lo recuerde con especial cariño. Ha llovido mucho desde
entonces. Ahora tú estás casada y yo divorciado.
No sé muy bien qué contarte, la verdad. La relación que
mantuvimos fue muy rara. O al menos a mí siempre me lo pareció. Pero el caso es
que, siempre que de un modo u otro apareces en mi vida o te recuerdo, se me
hincha la vena poética y algo acaba salpicando.
No me malinterpretes, no pretendo declararme en modo alguno.
Nunca sentí eso hacia ti, y tengo bastante claro que fue recíproco. Pero tampoco
me pareció nunca una simple amistad más. Iba y venía, pero siempre fue
especial. Al menos para mí. Tampoco te reprocharía que para ti no significara
nada diferente, y creo que no importa.
No sé cómo te habrá tratado la vida desde que perdimos el
contacto. A lo mejor ya no queda nada de la Lourdes que conocí y esta carta
acaba en el olvido. Es bastante probable. Aunque, siendo honestos, nunca sentí
que te conociera realmente. Quizá eso permitió que lo nuestro pudiera ser
especial.
El Fernando que conocías murió y fue olvidado hace mucho
tiempo. No pasó a uno peor, pero sí a uno distinto. De hecho, ni siquiera lo
añoraba. Muchas cosas han pasado estos años, pero esto es como no decir nada.
Ha entrado y salido mucha gente de mi vida, pero tampoco conoces a los actores.
El divorcio no fue fácil, pero ahora estoy bien.
Siento que he cambiado mucho desde aquella tarde que
compartimos. Un poco más bruto, más viejo, con menos paciencia y con peor
humor. He aprendido un poco y he olvidado mucho. Ya no paseo por la playa.
Recuerdo que antes me importaban más las pequeñas cosas.
Ojalá pudiera volver a ser ese Fernando.
Tal vez el motivo de esta carta es que aquella tarde que
pasamos juntos representa todas aquellas facetas mías que se han ido y que echo de
menos. No creo que nunca vuelva a ser el que era y no hay nada que le pueda
hacer.
Espero que a ti el tiempo te haya tratado mejor.
Un abrazo,
Fernando
P.S: Hace pocos días encontré la pluma que me regalaste. Ya
no huele a ti.
1 comentario:
Para no quererla parece que sí la hecha mucho de menos.
Triste, melancólico. Me gusta.
Un saludo, primo mayor.
Publicar un comentario