martes, 5 de agosto de 2008

Negro

- ¿Qué hemos hecho mal, amigo? -pregunto, con aire soñador. Pregunto a la noche. Pregunto a la oscuridad. Pregunto a las farolas, a los coches, pregunto al alféizar. Pero sobre todo se lo pregunto a mi emplumado compañero. Acaricio la cabeza del cuervo que está apoyado en el marco de mi ventana. Un cuervo confiado. Una cualidad que suele reportar dolor, pero que ahora le reporta una caricia. Quizá sepa que no pretendo hacerle daño. O quizá se haya cansado de huir-. El ser humano siempre ha buscado motivos para temer, ¿Sabes? Al principio a la naturaleza, a la que adoraban para que les ayudara. Aunque su adoración se basaba en el temor. Realizaban ritos para fomentar la buena cosecha, creaban estatuillas de mujeres para aumentar la fertilidad. Más tarde vino el miedo a la muerte, a la que se adoraba, una vez más, con grabados en pirámides, donde se llevaba uno su equipaje para una nueva vida en el más allá. Luego vinieron las supersticiones. Incluso tú, querida compañía, hubieras sido perseguida. O, por lo menos, temido. Mucha gente se ha aprovechado de esta ansia de temer del ser humano. Somos una especie crédula y deseosa de pasar miedo. Necesitamos odiar, y el odio aumenta siempre con el miedo. Pero cada vez va a más -se oyen unos golpes sonoros en la puerta, que yo ignoro-. Me deprimo pensando en lo que está derivando el ansia de temer del ser humano. ¿Sabes amigo? -la puerta cae abajo con un sonoro golpe, y una multitud enfurecida entra en la estancia negra, a juego con mi color de piel-, ha llegado un punto -una turba de gente con antorchas, cadenas y navajas avanza hacia mí-, en el que lo que teme el ser humano, lo que más miedo le da - la persona más cercana a mí, lanza su cadena hacia mi cara- es el ser humano mismo.

Mi cabeza cayó contra el suelo, salpicando sangre.

Cualquiera que hubiera visto aquella ventana desde la calle, habría podido ver como comenzaba a salir humo por la ventana. Y un mejor observador, habría visto que otra figura, más oscura y alada, se adentraba en la inmensidad de la noche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sabes lo que es escribir algo alegre, verdad?
Al margen de esto, me están gustando tus textos ^^