miércoles, 21 de mayo de 2008

El Jardín

Decir que aquél jardín era hermoso, sería quedarse corto. Intentar definir la perfección siempre ha sido algo complejo e infructuoso. Todos los que pisaban aquél lugar, volvían transformados. Unos más felices, otros más tristes. Más maniáticos, más ancianos. O igual de jóvenes. Pero nunca iguales. Más decepcionados o más nostálgicos. Pero nunca dejaba indiferente. Era un jardín lleno de posibilidades, por donde todo el mundo pasaba. Quizá más o menos, pero siempre se visitaba. El sol siempre brillaba en la medida en que brillaban los corazones de las personas que lo observaban. Los árboles siempre mostraban su cara más amable, y las flores formaban una gran alfombra de vivos colores sobre el mullido césped. La fauna se mostraba alegre. Desde pequeños mamíferos, hasta insectos, pasando por algún anfibio que residía en una charca que se encontraba en el lugar.

Y pasó lo que jamás debería de haber pasado. Un día, uno de los árboles amaneció con una hoja negra. El revuelo fue generalizado. Algunos se mostraban escépticos, pensando que no sería nada. Otros echaron las culpas a algunas personas, aunque por nada en concreto. Algunos lo ignoraron. Unos propusieron que quizá fuera problema del árbol, y que sería mejor quitarlo. La gente, al oír tal proposición, estalló en gritos de insulto contra semejante aberración. El jardín era perfecto, ¿Cómo se podía pensar la idea de cambiarlo? Era absurdo, casi utópico. En seguida se desechó la idea, y se erigió un comité que se hicieron llamar el comité en Busca de lo Mejor. Algunos organismos surgieron también para ayudar en la tarea, como los Felices Maestros de la Inteligencia. Juntos miraron las posibles causas de esa hoja. La primera medida del BM junto con el FMI, fue la retirada de la hoja. Así creyeron resuelto el problema, y ambos organismos prosiguieron su vida, prácticamente sin realizar nada más, pensando que su tarea había concluido.

No obstante, a los pocos días aparecieron no una, si no tres hojas negras. Los que seguían considerando que el problema era del árbol, continuaban sin ser escuchados. El BM y el FMI se reunieron, de nuevo en comité de crisis, para procurar solucionar el problema. Comprendiendo que retirar las hojas no servía de nada, procedieron a podar el árbol. La gente, al conocer tal respuesta, mostraron su recelo, ya que era reformar el jardín, que perdería parte de su perfección, aunque todos coincidieron, tras escuchar a los representantes de ambos organismo, que era un mal menor. Así pues, se comenzó a podar al árbol donde habían aparecido las fatídicas hojas negras.

Pero continuaron apareciendo. El árbol se tornó gris, oscuro. Muerto. Todos estaban aterrorizados, aunque cada vez eran más las personas que procuraban ignorarlo. Hasta que la alarma saltó. Un nuevo árbol, amaneció con una hoja negra. Muchos no pudieron reprimir una lágrima. Muchos comenzaron a enloquecer. El BM y el FMI organizaron al jardín por regiones, ya que era muy extenso, y sobre cada región, pusieron a alguien que dirigía la zona, bajo su consenso. Muchos se opusieron a este cambio, que consideraban excesivo, e incluso hubo algunas personas más que consideraron que el problema radicaba en los árboles. De nuevo, estos organismos actuaron creando recintos donde enjaulaban a todas estas personas, a las que se consideraba que actuaban en contra del Jardín. Muchos profetas se erigieron, prediciendo el Apocalipsis. Y quién sabe si no andaban muy desencaminados.

También comenzaron a construir maquinaria, para montar laboratorios con el fin de investigar el problema. Lo que produjo contaminación. El precioso sol dejó de alumbrar. Una gran nube negra comenzó paulatinamente a apoderarse del resto. Nadie sabía ya cómo había empezado, pues habían pasado muchas generaciones. Todo era gris. Hacía tiempo que el BM y el FMI sabían que la infección de aquél árbol había sido un virus, y que bastaba haber extraído al dicho árbol para haber terminado. De hecho, habían obtenido una vacuna, y estaban bastante convencidos de que el fundador del BM había inducido ese virus en el árbol. No obstante, eran conscientes de que lo controlaban todo.

Y mientras, aquellos que creen que el problema era el árbol, que arrancar el árbol de raíz acabará con el problema, continúan, a día de hoy, encerrados, en un mundo gris.

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