lunes, 13 de octubre de 2008

CIES

Mis sucias manos agarran los barrotes que tienen frente a sí. Creo que los ojos que me pertenecen y ahora mismo miran a través de mi jaula nunca han conocido la felicidad. Miseria ha sido mi máxima desde que nací, hace mucho tiempo, lejos de aquí. Mi inocencia fue aplastada por una realidad cruel y burlona. Pusisteis una losa sobre mi cabeza nada más empezaba a ver el mundo y me impedisteis crecer. No entendía nada de mi país de origen. Mis hermanos y mis padres trabajábamos durante todo el día. No sabíamos de palabras tan comunes en esta tierra como pueden ser horario, jornada laboral, salario... Salíamos con el alba y regresábamos a la noche. Era todo lo que hacíamos.

¿Porqué entonces el hambre? Eramos trabajadores, y a duras penas conseguíamos algo que llevarnos a la boca. Varios hermanos murieron por falta de alimento. No pude con aquella situación. Un amigo mío me habló acerca de la posibilidad de cambiar de país. No era fácil ni estaba exento de peligro pero, ¿Qué opciones tenía? Todavía hay gente que me lo recrimina. Qué sabrán ellos. No tienen ni idea de lo que es despertarse por las mañanas preguntándose si hoy podrás comer. Desconocen lo que es perder un hermano por inanición o porque no tengas posibilidad de conseguir un medicamento adecuado para alguna enfermedad que tiene cura desde hace mucho tiempo.

Vivís perfectamente bien. Contratáis a gente de otros lugares en condiciones pésimas, pagándoles menos de lo que merecen por hacer trabajos que vosotros, culos finos del primer mundo, no haríais porque lo consideráis deshonroso para el nivel de vida que lleváis. Muchos no tienen más opción que delinquir por supervivencia. Y tenéis las narices de culparnos.

Viendo vuestro mundo aquí, desde un centro de internamiento para personas ilegales, veo vuestras preocupaciones como lo que realmente son: basura. Considerar un problema no tener dinero para salir un fin de semana o no poder comprarte ropa cara es un insulto. Habéis olvidado lo que es el miedo, lo que es no tener algo que llevarse a la boca. Estáis inmersos en una burbuja de felicidad ficticia que os impide ver más allá de vuestros propios genitales. Nacéis, existís y morís sólo para trabajar y autodestruir vuestro tiempo libre.

Acabo de llegar a este sitio y no sé cuánto tiempo permaneceré aquí. Quizá una semana, quizá año y medio. Puede que más. Ya no estoy triste ni tengo miedo. Durante el tiempo que he estado aquí he sido perseguido, señalado, burlado, agredido, culpado, prejuzgado... Todo por mi origen. Mi lugar de procedencia es miserable, sí, pero vuestra burbuja está llena de gente miserable.

Antes de despedirme, antes de que pase a ser sólo una voz intranquilizadora que oísteis una vez, quiero recordaros una cosa. Las fronteras sólo existen en vuestra mente. No hay un primer mundo ni un tercero. Compartís y matáis de hambre a vuestros compatriotas, y estáis orgullosos de ello.

Perpetuáis la matanza con vuestra complicidad.

4 comentarios:

R dijo...

UN texto bastante realista, en algunos casos puede que extremista, pero cierto, al fin y al cabo. Me ha gustado, sí señor.

Un saludo

M dijo...

Como prometí me paso. De momento sólo me he leido este ultimo texto, pero si puedo me iré leyendo el resto.
Sobre este texto me ha gustado mucho, realista y duro, pero dices toda la verdad.
Besos

Anónimo dijo...

Me encantó piece of diry prostitute ^^ <3

Anónimo dijo...

Ya puedo pasarme XD Estoy tan petada que no puedo seguir con lo mío así que me he tomado la tarde medio libre ^^
Muy crítico y realista, no entro a debatir algunas cosas, aunque estoy de acuerdo en general. Lo que más me ha gustado y me ha puesto la piel de gallina han sido los dos últimos párrafos.