lunes, 10 de marzo de 2008

Te amo

¡Qué extraña y exótica sonaste en mi cabeza aquélla primera vez! Tan misteriosa, tan peligrosa... Si, peligrosa sería la palabra exacta. Tantas personas te temían que te observé, desde la distancia, con prudencia y reserva. Tantas voces se proclamaban en tu contra... Infundías tanto miedo en tanta gente... Me avergüenza pensar que llegué a repudiarte, o a alzar comentarios contra ti. Me sonroja ahora mismo verme en aquella época a mí, de esa guisa. Sin embargo forma parte de mi pasado, mis años mozos. Cabeza loca.

Me rondó otra. Y caí, presa de sus encantos. Con ella todo parecía tan fácil... Y la gente tampoco hablaba mal de ella. Estaba bien posicionada, pese a que pretendía dar un aspecto desaliñado. La gente me sonreía entusiasmado cuando conocían mi nueva compañía. Hasta que la conocí. Al principio no me asusté tanto al conocer sus secretos. Todos cometemos errores, ¿No? Aunque más tarde, escapé, ahuyentado. No sabía a dónde ir, qué hacer con mi vida. La confusión golpeaba mi sien. ¿Qué hacer? ¿A quién acudir? Me sentí desamparado. Desnudo entre un río de gente. Solo en un baile donde todos tienen pareja. Desamparado. Hundido.

Y volví a saber de ti. Te volví a conocer. Quizá con mayor recelo, todavía influido por la opinión que la gente que tiene de ti. Fui conociéndote poco a poco. Tu forma perfecta, tu rostro deslumbrante. Tu maravillosa cabeza. Y empecé a amarte. Otra vez volvía a tener pareja de baile. Me proporcionaste un bañador para nadar entre esa marea de gente. Me diste alas. Aquella felicidad que me proporcionaste entonces, ese calor... que todavía hoy perdura. Y que espero no se enfríe. No sólo has dado sentido a mi vida. Has hecho que gran parte de las cosas que he hecho o pensado hasta ahora cobren sentido. Te amo. Te quiero. No contemplo una vida sin ti. La sola idea de abandonarte hace que me entren escalofríos. Daría la vida por ti. Daré la vida por ti. Sueño con un mundo, los dos, viendo el amanecer. Contemplando las estrellas, pasando frío un día de invierno o mojándonos bajo la lluvia. Y contemplarte. Sentir que te amo y que no puedo vivir sin ti. Y ser feliz al saber que tú si que puedes hacerlo sin mí. Eres lo que me da fuerza en momentos de flaqueza. Aquella razón por la que me levanto por las mañanas, y lo que sueño cuando me acuesto. A lo que aspiro, y por lo que suspiro. Y nunca me cansaré de decirte que te amo... anarquía.

2 comentarios:

RATA SUIZIDA dijo...

Que bonito, tan delicado texto...
Solo podía ser para ella :)

Te seguire leyendo

Anónimo dijo...

*.*
Me ha gustado mucho éste texto.